Todavía no hay consenso científico sobre cuando surge la comprensión de la permanencia del objeto en el desarrollo humano.
[3] Jean Piaget, experto en desarrollo infantil, llevó a cabo experimentos que acumularon pruebas de comportamiento en los niños.
Estudió la permanencia del objeto mediante la observación de las reacciones de infantes cuando se les presentaba un objeto o su juguete favorito y luego se escondía con una manta.
[4] Un infante que ha comenzado a desarrollar la permanencia del objeto podría alcanzar el juguete o tratar de agarrar la manta que cubre el juguete.
Los infantes que aún no han desarrollado esta compresión pueden parecer confusos.
[Nota 2] Los niños mayores son menos propensos a cometer estos errores, ya que son capaces de comprender el concepto de permanencia del objeto en mayor medida que los infantes más pequeños.
En ese momento, Baillargeon creó dos eventos, uno posible: la pantalla se detiene al golpear el bloque, y uno imposible: la pantalla no se detiene al golpear el objeto.
[15] Los bebés de tres meses y medio de edad muestran un mayor interés hacia el suceso imposible y mucha más habituación a un evento posible.
Sin embargo, la permanencia del objeto fue adquirida de manera similar, ya que no está relacionada con la interacción social.
Algunos psicólogos creen que «si bien la permanencia del objeto por sí solo no puede predecir el rendimiento comunicativo, la permanencia del objeto, junto con varios otros hitos sensoriales, juega un papel crítico en, e interactúa con, el desarrollo comunicativo de los niños con discapacidades severas».
[19] Esto se observó en 2006, en un estudio donde se reconoció el dominio completo de la permanencia del objeto como uno de los hitos que enlaza con la capacidad del niño para participar en la representación mental.