La Academia de Pintura fue el primer instituto chileno en impartir la enseñanza profesional del arte en Chile.
Desde la colonia hasta 1981, Gaspar Galaz y Milan Ivelic afirman: Este es el primer periodo donde se busca alcanzar una unidad de estilo en Chile mediante los gustos neoclásicos del maestro Cicarelli.
En Europa las academias eran fuente de uniformidad, estableciendo parámetros estrictos que permitían asegurar que "el verdadero arte" mantuviera su rumbo, y esta misma idea se intentó traspasar al nuevo ambiente chileno utilizando la como base la metodología francesa.
Cicarelli, en palabras del español Antonio Romera, era: El mismo autor aclara que Cicarrelli fue incapaz de educar discípulos que siguieran sus enseñanzas tal como él quería sino que al contrario, sus alumnos más aventajados se desentendieron de él y comienzan a emigrar a otros estilos y talleres por su cuenta, como, por ejemplo, Pedro Lira y Antonio Smith.
Esto impedía avances significativos en la enseñanza y complicó de sobremanera al neoclásico italiano.
Independiente de su aprendizaje en la Academia, se cuentan a continuación algunos de los alumnos más destacados que pasaron por el taller de Cicarelli: Otros alumnos del maestro fueron Luciano Lainez, Manuel Mena, José Castañeda, Nicolás Guzmán, Albina Elguín, Clarisa Donoso Bascuñán y, en 1866, aparece en los registros la primera estudiante mujer, Agustina Gutiérrez.
[2][9] Finalmente el italiano, tras 20 años a cargo de la Academia, abandona su puesto en 1869 en favor del alemán Ernesto Kirchbach.
Kirchbach, según nos cuenta el propio Lira, tenía una cierto tendencia a la locura y los estallidos de nervios, por lo que sus alumnos no gustaban tener clases con él, sin embargo, reconocían su habilidad al pintar.
Debido a que su estadía coincide con la guerra del Pacífico muchos de sus cuadros tienen relación con el conflicto.
Aunque en un principio perteneció al movimiento romántico, se adaptó a Chile con un aire más próximo al realismo, tanto así que su labor costumbrista es comparada por Ivelic y Galaz con la de Manuel Antonio Caro, Mauricio Rugendas y Ernesto Charton de Treville.
Había llegado a Chile algunos años antes contratado por el Gobierno como profesor de colorido.
A través del proceso histórico, la pintura chilena perdió todo lo que a priori podría haberla caracterizado: ya no era una muestra del arte nativo como en la época prehispánica, ni un método de enseñanza y unión para las clases como ocurrió en la época colonial, ni una suma de estilos dispersos como lo fue durante el tiempo de los precursores.
Ahora la Academia, por consiguiente la pintura y la escultura, era en exclusivo para la clase más acomodada del país, con cuadros que sólo se podían entender una vez vistos los maestros del Viejo Continente.
Grupos como la generación del trece y los grandes maestros de la pintura chilena estudiaron en su mayoría en esa institución.