Mediados los años ochenta (1986), Julián Sáez, guarda-guía de los abrigos rupestres de Albarracín, descubrió en el abrigo una nueva figura que había pasado desapercibida.Estudios posteriores hacen hincapié en la figura del gran bóvido (66,5 cm de largo x35 cm de alto) situado en la parte izquierda del abrigo (a 250 cm del suelo del abrigo y a 108 cm del suelo de la repisa sobre la que se pintó la pintó), repintado hasta en tres ocasiones y en varias tonalidades.Los últimos estudios evidencian un cambio en la tonalidad cromática de la figura del bóvido, en relación con imágenes previas.Aunque inicialmente la figura se interpreta como un posible facóquero (jabalí),[7] los últimos estudios tienden a considerar que se trata de un cérvido o équido que por deterioro del soporte ha perdido la cabeza o no se pintó.[8] Tinta plana, repintado en varias fases decorativas: inicialmente blanco-amarillento (visible actualmente en la cuerna, en el hocico y en la parte del pecho); en un segundo momento, en color blanco-anaranjado (además de delimitarse la figura con un fino grabado) y finalmente con empastes negruzcos, ocultando prácticamente los colores anteriores.[9]-.