[1] La historia, o más bien la leyenda de este lugar comienza cuando san Gil lo elige para retirarse para practicar el eremitismo.
Esta leyenda dice que el santo fue herido por una flecha lanzada por el rey visigodo Wamba mientras estaba cazando.
Como compensación por el incidente, el rey le entregó unas tierras con el fin de que pudiera fundar la abadía.
Un conflicto entre la comunidad y los condes de Toulousse que querían recuperar el poder sobre la abadía interrumpió las obras, que no se reanudaron hasta el 1116, aprovechando los muros que se habían levantado en el siglo anterior pero variando la concepción del edificio: ahora dejarían una gran cripta en la parte inferior y, encima, levantarían un gran edificio, de 98 m de longitud.
En 1226 el establecimiento religioso queda sometido a la monarquía, el mismo San Luis lo visita en dos ocasiones.
Por otra parte se distingue diversas autorías en cuanto a los artistas que trabajaron en ella.
La decoración de la fachada está formada por tres portadas, la central más grande que las laterales.
En la parte inferior, junto la tierra, hay personajes del Antiguo Testamento, además de escenas no religiosas.
La cripta es de grandes dimensiones, ocupa toda la nave, desde la fachada hasta la cabecera.
En el siglo XVI la arqueta con las reliquias del santo fueron trasladados a la Basílica de San Sernín.