Órbita terrestre baja

Las órbitas más bajas que ésta no son estables y decaen rápidamente debido al rozamiento con la atmósfera.

La principal excepción son los satélites de comunicación que requieren órbita geoestacionaria.

Sin embargo, hace falta menos energía para situar un satélite en órbita terrestre baja y además el satélite necesita transmisores menos potentes para transferencia de datos, así que la órbita terrestre baja se usa para muchas aplicaciones de comunicación.

Dado que estas órbitas no son geoestacionarias, se requiere una red de satélites para suministrar cobertura continua.

El ambiente de la órbita terrestre baja se está congestionando, no solo con basura espacial.

Esto es precisamente por estar en órbita, pues si un cuerpo estuviese estático a esa altura, rápidamente la gravedad lo haría caer).

Las órbitas de los satélites que alcanzan altitudes inferiores a 300 kilómetros (186,4 mi) decaen rápidamente debido al arrastre atmosférico.

La altitud utilizada para los objetos en órbita suele ser superior a 300 km para limitar los efectos de la resistencia atmosférica.

[6]​ Para permanecer en una órbita baja, un satélite debe tener una velocidad horizontal muy alta con respecto a la Tierra.

Para este uso también se han propuesto aviones no tripulados alimentados por energía solar.

La forma del satélite, es decir, el área de su sección media (sección transversal), también desempeña un papel esencial; para los satélites especialmente diseñados para operar en órbitas bajas, a menudo se eligen formas de cuerpo aerodinámicas y barridas.

[8]​ Esto ha causado una creciente preocupación en los últimos años, ya que las colisiones a velocidades orbitales pueden ser peligrosas o mortales.

Las colisiones pueden producir más desechos espaciales, creando un efecto dominó conocido como síndrome de Kessler.

Varias órbitas terrestres a escala; el color cian representa órbitas terrestres bajas.