Quiso ser escultor, pero se matriculó en Arquitectura para no contrariar a su padre, principalmente tras visitar Barcelona al final de la década de 1940 y ver las obras del arquitecto catalán Antoni Gaudí.
Este arquitecto de reconocido prestigio, enhebra sus edificios como si fueran poesía musical.
Siza también describe la responsabilidad y la multifuncionalidad que debe tomar el usuario al afrontar la heroica tarea de adquirir una casa; en palabras del autor: “… considero heroico poseer, mantener y renovar una casa" (1994, p 10).
Asimismo, al inicio del texto, Àlvaro Siza describe la casa como "… una máquina complicada en la que cada día se avería una cosa…" (1994, p 9).
Como cierre del texto, Àlvaro Siza realza –como un digno galardón- la armónica atmósfera del espacio, resultado de un trabajo ignorado empero palpable en el momento de la experiencia: “…nos sentimos felices…” (Siza, 1994, p 10).