El jurista Mijaíl Speranski revitalizó el concepto en sus escritos de principios del siglo XIX, e incluso esbozó un plan para crear dumas constitucionales durante su corta privanza en el reinado de Alejandro I.
Su pensamiento perduró en el constitucionalismo ruso del siglo XIX y el XX.
Se indicaba en parte que los ministros del zar no podían ser designados por la Duma y no tenían que responder ante ella, negando así el gobierno representativo en cuanto al poder ejecutivo se refiere.
Además, el zar tenía el poder de disolver la Duma y anunciar nuevas elecciones cuando así lo desease.
Esto aseguró que la Segunda Duma estuviera dominada por nobles, terratenientes y hombres de negocios.
La Cuarta Duma, 1912–1917, estuvo también limitada por influencias políticas; sin embargo, desempeñó un papel fundamental en los sucesos de 1917, cooperando parcialmente con el gobierno provisional.