Era presidido por el Procurador general, que servía de enlace entre el soberano y el Senado, y actuó, en palabras del propio emperador, como "el ojo del soberano".
El número de senadores se fijó primero en nueve y, en 1712, aumentó a diez.
Cualquier desacuerdo entre el procurador general y el Senado debía ser resuelto por el monarca.
Se suponía que el Consejo de Estado, creado por Alejandro I, heredaría el poder ejecutivo del Senado.
En el siglo XIX, el Senado se convirtió en el máximo órgano judicial de Rusia.