Los temas más cantados en el fado son la melancolía, la nostalgia (saudade) o pequeñas historias del vivir diario de los barrios humildes, pero especialmente el fatalismo y la frustración.
Sus orígenes, no comprobados, conectan el fado con las "Cantigas d'Amigo"[1] quizás con influencias africanas y más lejanas, traídas de las colonias.
[2] En los últimos 70 años Amália Rodrigues ha sido la voz internacional del fado, la embajadora artística de Portugal.
"Trova do vento que pasa", "Barco Negro", "Erros meus", "Gaivota" volaron con ella de Lisboa a Japón, Argentina, Francia, España, Alemania, Estados Unidos y tantos otros países.
Su fama empezó en los años cuarenta, cuando Leitao Barreiro la hizo protagonista de su filme "Venda-Marceneiro", un clásico en la historia del fado, que dedicó a la taberna Casa da Mariquinhas.
También el escritor portugués Fernando Pessoa escribió: «El fado no es alegre ni triste [...] Formó el alma portuguesa cuando no existía y deseaba todo sin tener fuerza para desearlo [...] El fado es la fatiga del alma fuerte, el mirar de desprecio de Portugal al Dios en que creyó y que también lo abandonó».
Hoy la popularidad del fado es cada vez mayor, principalmente entre las nuevas generaciones de cantantes portugueses.
Fue introducido en Portugal en la segunda mitad del siglo XVIII, a través de la colonia inglesa en Oporto.