Los ingredientes son yema de huevo y azúcar, según una receta muy antigua.[2] Las yemas tienen forma troncocónica, se venden envueltas en papel y envasadas en pequeñas caja de madera selladas y etiquetadas.Tienen gran fama en la ciudad y han sido alabadas por su delicado sabor y reconocidas fuera del ámbito local, son uno de los productos descritos en el libro 1000 Foods To Eat Before You Die: A Food Lover's Life List (mil platos que comer antes de morir) escrito por Mimi Sheraton, antigua crítica gastronómica del New York Times.[3][4] La receta exacta no es pública y pertenece a las monjas del monasterio.Se conservan algunas recetas antiguas como la siguiente:[3][7] Dionisio Pérez Gutiérrez en su Guía del buen comer español publicada en 1929, manifiesta que aunque muchos han pretendido averiguar el secreto de la fabricación de las Yemas de San Leandro y se han escrito diversas recetas en manuales de repostería, nadie ha conseguido elaborarlas tan perfectamente como en el convento.