Von Braun fue la primera persona en producir cohetes modernos en forma de armas guiadas, usados por Adolf Hitler.
Los cohetes son los únicos medios actualmente capaces de alcanzar la órbita o más lejos.
Los lanzadores electromagnéticos tales como los lazos de lanzamiento podrían ser viables con la tecnología actual.
Esto cuesta propulsor adicional debido a que el perigeo de la órbita de estacionamiento debe ser lo suficientemente alto como para evitar la reentrada mientras que la inyección directa puede tener un perigeo arbitrariamente bajo porque nunca se alcanzará.
Este proceso se conoce como reentrada atmosférica y requiere métodos especiales para protegerse contra el calentamiento aerodinámico.
Después de un aterrizaje con éxito la nave espacial, sus ocupantes y la carga se pueden recuperar.
En algunos casos, la recuperación se ha producido antes del aterrizaje: mientras una nave espacial sigue descendiendo sobre su paracaídas, puede ser atrapada por un avión especialmente diseñado.
Además, algunos destinos planetarios como Venus o el entorno de Júpiter son demasiado hostiles para la supervivencia del ser humano con la tecnología actual.
Los planetas exteriores como Saturno, Urano y Neptuno están demasiado lejos para llegar hasta ellos con la tecnología de vuelo tripulado disponible actualmente, por lo que las sondas telerrobóticas son la única alternativa para su exploración.
La telerrobótica también permite explorar regiones vulnerables a contaminación de microorganismos terrestres, ya que las naves pueden ser esterilizadas.
En los documentos soviéticos oficiales no se recoge ninguna mención al hecho de que Gagarin utilizase un paracaídas en los últimos 11 kilómetros.
En la actualidad, las únicas naves espaciales empleadas de forma regular para vuelos tripulados son las Soyuz (Rusia) y las Shenzhou (China).
Esto normalmente se debe a una cantidad insuficiente de energía orbital específica, en cuyo caso el vuelo suborbital dura unos pocos minutos, pero también es posible que un objeto con suficiente energía para una órbita tenga una trayectoria que atraviese la atmósfera de la Tierra (incluso tras muchas horas).
Si consideramos una ruta aérea convencional entre Londres y Sídney, un vuelo que la recorra puede tardar más de 20 horas.
Para lograr el vuelo espacial orbital, la velocidad tangencial alrededor de la Tierra es tan importante como la altitud.
En comparación, Próxima Centauri, la estrella más cercana sin tener en cuenta el Sol, está a 267.000 UA de distancia.
Otra posibilidad que podría permitir el viaje interestelar tripulado es hacer uso de la dilatación temporal.
Esto haría posible que pasajeros de un vehículo a alta velocidad viajasen muchos años en el futuro envejeciendo muy poco, ya que las velocidades altas ralentizan el paso del tiempo a bordo.
Las naves espaciales son vehículos capaces de controlar su propia trayectoria a través del espacio.
Las naves espaciales actuales usan de forma mayoritaria cohetes para su propulsión, aunque otras técnicas como los propulsores iónicos son cada vez más comunes (sobre todo para vehículos no tripulados), lo que puede reducir significativamente la masa del vehículo a la vez que aumenta su delta-v.
Este avión espacial fue diseñado para albergar tripulación y era similar al Transbordador STS estadounidense (aunque sus cohetes utilizaban combustible líquido y sus motores principales estaban situados en la base de lo que sería el tanque externo en el Transbordador STS).
El espacio es un entorno relativamente predecible, pero hay riesgos como la despresurización accidental y los potenciales fallos del equipamiento.
En 2004 se fundó en los Países Bajos la International Association for the Advancement of Space Safety (IAASS), una asociación cuyo objetivo es fomentar la cooperación internacional y el avance científico en el campo de la seguridad en sistemas espaciales.
También debe mantener una temperatura corporal correcta, una presión adecuada sobre el cuerpo y tratar los productos de desecho del mismo.
La protección frente a factores externos dañinos como la radiación y los micro-meteoritos puede ser asimismo necesaria.
"La meteorología espacial describe las condiciones en el espacio que afectan a la Tierra y sus sistemas tecnológicos.
Las condiciones geomagnéticas cambiantes pueden provocar cambios en la densidad atmosférica, lo que causa rápidas pérdidas de altura en naves espaciales en una órbita baja terrestre.
Además, la mayoría de los cohetes se fabrican con metales que pueden tener efectos negativos en el medio ambiente durante su construcción.
Por esta razón, muchos aparatos lanzados en la actualidad están diseñados para volver a la superficie tras su uso.
Esta afirmación es sostenida por costes mucho más bajos ya publicados como el del Falcon 9, desarrollado con capital privado.