Volcán Masaya

El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo observó el volcán en 1529 dejando las primeras referencias escritas del mismo.

[5]​ También la lava amenazaba al poblado de Nindirí cuyos habitantes también sacaron en procesión la imagen del Señor de los Milagros; cuenta la tradición que al Cristo se le desprendió del brazo derecho el clavo y donde cayó este la lava detuvo su avance de forma milagrosa por lo que se calmó la erupción.

Este alberga la caldera Masaya, formada hace unos 2500 años por una erupción basáltica.

[9]​ El suelo del volcán Masaya está principalmente cubierto de lavas con una pobre vegetación, indicando nuevos recubrimientos en los últimos 1000 años, aunque sólo dos correntadas de lava han descendido desde el siglo XVI.

La segunda, en 1772, fue provocada por una fisura en uno de los flancos del cono Masaya que llegó hasta la zona conocida como Piedra Quemada.

No obstante, los daños materiales fueron menores y sólo una persona resultó herida, sin haber efectos posteriores.

En 1965 tuvo el último acto de actividad eruptiva relevante con potentes explosiones y grandes derrumbes en sus alrededores.

[13]​ Dionisio Martínez Sanz (1891-1970), un español que era masón, hacendado y emprendedor industrial llegó al país a finales del siglo XIX.

Escribió sus experiencias en tres libros "Ríos de Oro, torrentes de lava: crónicas" (Managua, Tipografía Heuberger, 1951); "Montañas que arden" (León, Editorial Hospicio, 1963) y "Setenta años por Nicaragua" (Managua, Editorial Unión, 1970).

Cruz de Francisco de Bobadilla.
«Sierra de Masaya y una parte del lago de Nicaragua», ilustración de 1882, en Anales de la Sociedad Española de Historia Natural .
Cráter Santiago.
Volcán Masaya en la noche