Con aquella romería se imploraba la lluvia necesaria para los cultivos, relatando las crónicas de la época que, al finalizar la rogativa, llovió copiosamente e incluso llegó a nevar.
Pero el milagro del agua se repitió en las sucesivas romerías y la Virgen de la Fuensanta rivalizó pronto en popularidad con la Arrixaca, llegando a ser nombrada como nueva patrona de la Ciudad y su Huerta en 1731.
Muchos milagros han sido atribuidos a su intercesión desde entonces y no todos relacionados con la lluvia, con lo que la devoción ha venido creciendo hasta nuestros días.
La Virgen y el Niño, para esa fecha, ya no se encontraban en el Santuario, sino que estaban en la casa que los canónigos tenían en la primera planta del edificio contiguo al Santuario.
Desde el siglo XV consta la existencia de un templo dedicado a la Virgen, sufriendo reformas y ampliándose sucesivamente, hasta convertirse en la bellísima iglesia barroca que tantos turistas y peregrinos visitan en la actualidad.
Sobre la ermita primitiva, descrita en antiguos documentos como "entre iglesia y mezquita", empieza a construirse a finales del XVII un nuevo templo más acorde con el gran poder de convocatoria que estaba adquiriendo la Virgen de la Fuensanta.
También encontramos en el templo importantes frescos del pintor Pedro Flores alusivos a la advocación, así como una hermosa colección de relieves sobre temas evangélicos marianos realizados por el escultor Juan González Moreno.
Fiesta que se celebra con una Misa Pontifical y Procesión Claustral en el interior de la Santa Iglesia Catedral.
También las inmediaciones del Santuario se colman con los primeros romeros, que pasan la noche en el monte en un ambiente fraternal y lleno de tipismo.
de la Fuensanta sale finalmente del templo catedralicio para emprender el camino arropada por la muchedumbre.
Y desde las puertas del Santuario, la Virgen es vuelta a la ciudad y al pueblo que abarrota el lugar en señal de despedida, entrando después a su templo acompañada de vítores que resuenan por toda la serranía.