[nota 2] En 1883 se procedió a la redacción de un proyecto firmado por el coronel, comandante y capitán Gerardo Dorado y Gómez destinado a restaurar el cuartel, procediéndose a elaborar hacia 1905 un memorándum firmado por el comandante Bonifacio Menéndez Conde en el cual se detallan las obras necesarias para la reparación de las instalaciones, efectuadas con el fin de poder albergar un batallón de infantería que se instaló en el cuartel ese mismo año.
Según González, tras la exclaustración del convento la talla habría sido conducida al obispado, de donde saldría, sin haberse tenido en cuenta su verdadero valor, para presidir la capilla del seminario.
Respecto al cabello, este no recibió un tratamiento más afortunado, destacando unos rizos menudos pegados a la frente y las sienes así como un mechón extrañamente colocado por encima de la capucha del manto, detalle que sin embargo podría deberse a un error cometido por el encargado de la policromía, quien habría confundido los pliegues de las prendas con las ondulaciones del cabello.
Los brazos, como suele ser habitual en la representación iconográfica de esta advocación, están flexionados y las manos, demasiado grandes en comparación con el resto del cuerpo, se hallan juntas en actitud orante, destacando un ligero desplazamiento hacia el lado contrario al que la Virgen gira la cabeza así como un leve contrapposto originado por el adelantamiento de la pierna izquierda, creando la forma en S tan propia del manierismo.
[2]: 30 Viste túnica marrón (detalle sorprendente por no ser un color propio de la iconografía concepcionista)[12] y manto azul estrellado de disposición asimétrica con envés de color blanco y ribete dorado, estando los ropajes caracterizados por unos pliegues anchos y abultados cuya suavidad recuerda el modelado en barro, aunque los mismos exhiben en el manto un desafortunado contraste entre la verticalidad del lado derecho y la voluminosidad del lado izquierdo.