Fue realizado en 1658, durante su segunda estancia en Madrid, y representa un tema hasta aquel momento inédito en su producción artística.
Si bien continuó con algunos antiguos motivos iconográficos, inició otras temáticas nuevas, realizando un buen número de lienzos tratando la iconografía del arte mariano —especialmente la de la Virgen con el Niño— sin equivalente en los años anteriores.
[4] Datos técnicos y registrales Las dos figuras destacan sobre un fondo dorado oscuro, con tres cabezas de angelitos en la esquina superior izquierda, formando una escena de gran intimidad y ternura.
La Virgen María está cariñosamente inclinada hacia el Niño Jesús, envolviéndolo con sus brazos.
Lleva un vestido carmín rosado, un manto azul y, alrededor del cuello, un fino velo transparente amarillento claro.