El culto consagrado a Vichama fue predominante en los diversos pueblos ubicados en las zonas costeras del antiguo Perú.
[3]Tal término no parece ser una voz patrimonial quechua, por lo que se lo ha asignado al extinto quingnam, y se reporta además que habría sido el nombre de algunos pueblos de pescadores en la actual costa central del Perú.
[5] [6] No se trata de una hipótesis etimológica (sobre palabras) sino cultural (sobre la religión andina prehispánica).
Según el mito que expone su origen, Vichama fue una divinidad producto de la unión del primer Sol y de una mujer mortal (algunos estudiosos sostienen que dicha mujer pudo ser Pachamama o una diosa madre).
[7] La misma fuente detalla que el dios Vichama creció rápidamente hasta convertirse en un apuesto y saleroso muchacho.
[7] El dios Vichama y su hermano Pachacámac son un ejemplo de dualidad, pues ambas entidades personifican fuerzas cósmicas distintas que, pese a ser disarmónicas y/o antagónicas entre sí, son necesarias para la continuidad del universo: el día y la noche.
[9] Según este mito, Pachacámac es establecido como hijo del primer Sol que alumbró al mundo.
Una vez consumado el fratricidio, Pachacámac sembró las partes del niño y así nacieron todos los alimentos.
El dios infante llegó a crecer rápidamente hasta convertirse en un muchacho bello y galante.
[7] Al igual que muchas leyendas y/o historias andinas, el mito de Vichama ha estado sujeto a diversas interpretaciones.
La interpretación más aceptada establece al mito como un análisis metafórico sobre la alternancia entre el día y la noche.