[10] El 2 de junio se nombró a este regente dada la debilidad del rey, enfrentado con ciertos círculos militares; por entonces encabezaba el Gobierno Nikola Pašić.
[11] En esta situación se iban a celebrar las elecciones legislativas, convocadas para el 14 de agosto, en cuya campaña previa participó intensamente el presidente del Gobierno.
[nota 3][12] La posición alemana en el Imperio otomano parecía asimismo amenazada y así lo consideraban tanto el emperador como sus consejeros; así, durante el otoño de 1913, la Sublime Puerta, aunque favorable al Reich, no podía financiarse únicamente con los préstamos de los bancos alemanes, escasos de fondos, y tuvo que solicitarlos en Londres y París.
[22] Al mismo tiempo, se remozó el servicio de espionaje para adaptarlo a las necesidades bélicas: recabar información del enemigo, censurar el correo, vigilar las comunicaciones telefónicas y telegráficas y combatir el espionaje del contrincante.
El Gobierno serbio ordenó ocho semanas de luto oficial —que pronto redujo a otros tantos días—,[28], pero la población se mostró, por el contrario, alborozada[28] y la prensa nacionalista desató una campaña de crítica al imperio, pese a las peticiones del cuerpo diplomático serbio; ante el consiguiente descontento austrohúngaro, el Gobierno serbio se limitó a recordar que la Constitución le impedía conculcar la libertad de prensa.
[30] La reacción serbia, dominada por Pašić, tuvo tres fases, aunque en todo momento el Gobierno se mostró dispuesto a colaborar en cierta medida con la policía del país vecino.
[32] Pese a las diferencias en otros aspectos, los mandatarios austrohúngaros coincidieron en la necesidad de consultar con Alemania.
[38] El embajador alemán en Viena, Heinrich Leonard von Tschirschky und Bögendorff, favoreció la adopción de represalias a Serbia.
La redacción del ultimátum a Serbia se le confió el 8 de julio[40] al barón Musulin von Gomirje, diplomático austrohúngaro reputado de buen redactor[22] y partidario de resolver la crisis por la fuerza;[41] la redacción centró los esfuerzos del ministerio, que se esforzó en diseñar un documento que Serbia pudiese aceptar salvo en el apartado sexto, que atentaba intencionadamente contra su soberanía.
[42] Una vez listo, el ultimátum se envió el 20 de julio al emperador para que le diese el visto bueno; este lo hizo a la mañana siguiente.
[43] Según el plan previsto, se presentó al Gobierno belgradense a las cinco de la tarde del día 23.
[49] El ministro protestó por el plazo fijado para la respuesta al ultimátum, que consideraba insuficiente por la campaña electoral, pero el embajador soslayó la queja.
[38] La nota serbia la entregó el mismísimo Pašić, ya que el resto de ministros había rehusado hacerlo.
[58] El embajador austrohúngaro abandonó la capital serbia inmediatamente después, a las seis de la tarde.
[53] Rusia fue la primera en reaccionar: el Gobierno sugirió que se pidiese más tiempo para estudiar el documento austrohúngaro.
[64] Esto disgustó al Gobierno alemán, cuyos diplomáticos insistían ante los distintos países en que el conflicto era puramente bilateral, circunscrito a Serbia y Austria-Hungría.
[67] Pese a esto, ya el 27 de julio, el ministro de Asuntos Exteriores Edward Grey dejó claro que su país participaría en la guerra si esta acababa desencadenándose y no se podía evitar mediante la diplomacia.
[68] Los mandatarios austrohúngaros subestimaron el apoyo ruso a Serbia y la decisión británica de entrar en guerra si resultaba necesario.