Siendo joven, participó en manifestaciones contra la dictadura del general Franco y simpatizó con grupos de la denominada izquierda abertzale.
[3] Durante la consiguiente estancia en la cárcel, contrajo matrimonio con Izaskun Larreategi,[2] con quien compartía similares posicionamientos políticos.
Al salir de prisión en 1976 como consecuencia de la amnistía decretada a la muerte del general Franco[4] trabajó dos años en la construcción[5] y se unió a los Abertzale Sozialista Komiteak (ASK) —Comités Patriotas Socialistas, en idioma vasco—[2] una organización de masas de la izquierda abertzale que trabajaba con movimientos vecinales y que pronto se vinculó a la Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS).
Desde su nuevo cargo, Ziluaga trasladaría con éxito a la coalición nacionalista las directrices de una KAS cada vez más controlada por ETA militar.
También utilizaría a la militancia de HASI (partido todavía no legalizado) para controlar el sindicato nacionalista LAB, y los recursos de la organización terrorista para controlar el diario Egin.
[9] Además, la unanimidad existente en el partido se evidenció en su II Congreso, celebrado en septiembre de 1983 en Rentería, que reeligió a Ziluaga como secretario general.
A partir de ese momento, al quedar vacante la presidencia, el papel del secretario adquirió todavía mayor peso.
[20] Como resultado del enfrentamiento, HASI perdió importancia dentro de Herri Batasuna, y esta se configuró más como un partido político (cosa que ya era legalmente desde su inscripción en el registro de partidos en 1986).
[4] La ilegalización de Batasuna en 2003 y la consiguiente pérdida de una organización legal que diera cobertura al movimiento político propició que Ziluaga y otros veteranos dirigentes fueran rescatados para realizar legalmente ciertas convocatorias.
Otegi puso a Ziluaga como ejemplo de militante comunista y abertzale (patriota, en euskera), afirmando también que jamás le oyó «explicitar sus críticas en público si con ello podía dañar a la izquierda abertzale» y que «no fue perfecto».
[3] La carta fue leída por Periko Solabarria, compañero de Ziluaga en Herri Batasuna durante años.