Lévi-Strauss habla principalmente de sus estancias en Brasil, pero también describe aquellas vividas en otros países (como India u Oriente Medio).
Sin embargo, Lévi-Strauss nunca se equipara con las poblaciones estudiadas e incluso llega a llamarlas "residuos de la humanidad" (en francés, "déchets d'humanité").
[4] Hacia el final del libro, toma como objeto a la civilización occidental, la compara sin indulgencia con las llamadas culturas más "primitivas", y muestra que todo progreso tecnológico genera una pérdida en otro plano.
El libro es relativista: la civilización occidental se presenta como una opción entre otras ofrecidas a la humanidad.
[9] El libro ha sido traducido a veintisiete lenguas y se ha convertido en una referencia para las generaciones de etnógrafos aprendices.