Casi cincuenta años después, en 538 a. C., Ciro II el Grande permitió a los judíos regresar a su tierra natal y el Templo de Jerusalén fue subsecuentemente reconstruido.
[1] Según el texto bíblico, la tribu de Judá fue la que lideró a las demás tribus que constituyeron el Reino de Judá, ocupando ella la mayor parte del territorio del mencionado reino, con excepción de una pequeña región en el noreste que pertenecía a Benjamín y un enclave hacia el sudoeste que era ocupado por Simeón.
Inicialmente, Belén y Hebrón fueron las principales ciudades ubicadas dentro del territorio de Judá, que a su vez también comprendía aquellas de Kadesh, Debir, Arad, Estemea, Jarmut y Laquís.
A menudo es representado en el arte judío, así como también en otros marcos identitarios, tanto religiosos como políticos y culturales.
[8] El León de Judá es a su vez un motivo recurrente en la imaginería jerosolimitana.