[3] El vestirse para torear constituye por sí mismo un ceremonioso ritual, especialmente en el caso del matador.
El diestro es asistido por el mozo de espadas, que lo ayuda a vestirse con parsimonia en la habitación del hotel.
Los más comunes son grana (rojo), nazareno (morado), purísima (azul claro), rosa palo, blanco, tabaco (marrón), etc.
La elección unas veces obedece a motivos estéticos (últimamente proliferan nuevos colores muy vistosos), por ejemplo los toreros altos y delgados suelen inclinarse por colores claros (como el caso de Manolete, de purísima y oro); otras veces, a preferencias supersticiosas de los toreros (por ejemplo, no usar un color con el que su portador haya sido empitonado).
En lugar de zapatillas, llevan botas: en la pierna derecha se ponen una armadura de hierro llamada mona, que sube hasta la entrepierna para evitar las cornadas y en la izquierda una más pequeña llamada gregoriana, que protege ante un posible aplastamiento contra la barrera.