Se hizo muy popular por oposición y respuesta cultural al vestir de la aristocracia y generó la moda goyesca asociada al concepto de 'majeza' o 'majismo'.
Su apariencia, pretendidamente barroca y lujosa, con profusión de adornos, cintas, pasamanerías, e incluso elementos metálicos, contrastaba con la rigidez de la etiqueta aristocrática del gusto cortesano a la francesa.
El Diccionario de Autoridades define al majo en 1734 como “el hombre que afecta valentía en las acciones o palabras”.
Progresivamente la nobleza española comenzó a imitar la vestimenta de los tipos populares, provocando un fenómeno singular: que las capas altas imitaran a las bajas.
Era un traje muy lujoso y ornamental (cintas, pasamanerías y aplicación de elementos metálicos), en contraposición a la rigidez de la etiqueta aristocrática.