[1] La tradición reformada fue desarrollada por teólogos como Martín Bucero, Enrique Bullinger,[2] Pedro Mártir Vermigli,[3] Ulrico Zuinglio,[4] Teodoro de Beza y Guillaume Farel e influyó en reformadores británicos como Thomas Cranmer y John Knox.
Sin embargo, debido a la gran influencia y al papel de Juan Calvino en los debates confesionales y eclesiásticos del siglo XVI, la tradición llegó a conocerse con el nombre de calvinismo.
Hoy en día, el término designa también las doctrinas y prácticas de las Iglesias reformadas.
Tras la excomunión de Martín Lutero por la Iglesia católica, Calvino se refugió en Ginebra.
Los colonos neerlandeses calvinistas fueron los primeros europeos que colonizaron África del Sur.
[6] Numerosos teólogos no necesariamente relacionados con las iglesias reformadas han contribuido a desarrollar la cosmovisión calvinista como se conoce hoy en día.
Dios es visto como el creador, preservador y gobernador de todo.
La aserción central de estos cánones es que Dios es capaz de salvar a cada persona por quien él tenga misericordia y que sus esfuerzos no son frustrados por la injusticia o la inhabilidad del hombre.
Los cinco puntos del calvinismo son: Un punto fundamental en el asunto de la salvación es proceder a una evaluación correcta de la condición del individuo que se debe salvar, y no infravalorar el pecado.
RESPUESTA: Ciertamente, si no hemos sido regenerados por el Espíritu de Dios.
¿Puede el muerto levantarse a sí mismo?, la respuesta inevitablemente debe ser: “por supuesto que no”.
Esta expiación fue realizada por la sumisión voluntaria de Cristo a la muerte en la cruz, donde sufrió bajo la justicia de este Dios justo, y procuró la salvación que Él, como Salvador, había ordenado.
Hay tres caminos por los cuales se puede viajar respecto a esto: 1.
El primer punto de vista es el sostenido por “Universalistas”, a saber: Cristo murió para salvar a todos los hombres, y así, muy lógicamente, asumen que todos los hombres serán salvos.
El segundo punto de vista implica que Cristo procuró una salvación potencial para todos los hombres.
Cristo murió en la cruz, pero aunque pagó la deuda de nuestros pecados, su obra en la cruz no es eficaz hasta que el hombre se “decida por” Cristo y, de ese modo, sea salvo.
Si Cristo ha hecho satisfacción por los pecados, entonces es a través de Él que somos salvos.
Estas no fueron formuladas en su presente estado desde un principio, pero describen fielmente los conceptos teológicos que guiaron la Reforma protestante.
Él reinterpreta algunos de estos pasajes y sugiere que otros han perdido su relevancia al haber cambiado las condiciones.