Durante algunos años, se barajó la posibilidad de que fuera reconocida como Indicación Geográfica Protegida (IGP).
[4][5] Inicialmente era una pieza de forma no muy definida que se usaba para saber si los hornos estaban a la temperatura adecuada para la elaboración del pan normal.
En tiempos posteriores vendría la costumbre de untarlo con aceite para que se tostara antes.
Este tipo de pan pasó a usarse como pan para acompañamiento del lechazo y del vino local, especialmente en el sector de la restauración.
Es costumbre que, en la mesa, la torta de Aranda acompañe a la degustación de carnes rojas o guisos fuertes, como el lechazo o cordero asado, especialidad castellana, junto al vino local (Ribera del Duero).