Tisafernes

Durante la guerra del Peloponeso, Esparta comprendió que nunca derrotaría a Atenas mientras esta dominara el mar.

Había seducido a la esposa del rey espartita Agis II, que ordenó matarlo al enterarse.

Según Plutarco, "el resentimiento por su detención le hizo más ansioso del trono que antes.

El continuo rearme de Ciro finalmente no pasó inadvertido a Tisafernes, quien adivinó las verdaderas intenciones del príncipe y avisó al rey.

Los mercenarios habían ganado militarmente la contienda, pero con la muerte de Ciro no quedaba nadie para pagarles y se encontraban muy adentrados en territorio hostil.

En un momento dado, Tisafernes traicionó una tregua previa establecida con Clearco, líder de los mercenarios, apresando al propio Clearco y a los otros generales griegos Próxeno, Menón, Agias y Sócrates, con la intención de llevarlos a Babilonia para que fueran juzgados.

Se reinició, pues, la guerra en el año 399 a. C. Las ciudades griegas solicitaron ayuda de Esparta y tras el fracaso de la diplomacia, Esparta envió a Tibrón con 5500 hombres como ayuda a las ciudades griegas.

Tibrón llevó a cabo posteriormente una campaña en el valle del Caico, al sur de la Tróade, fracasando ante Larisa.

La campaña en Caria, los pocos resultados obtenidos y la mala relación del Tibrón con los aliados llevaron a su destitución.

Agesilao había perdido todo el temor a Persia, así que decidió dirigir una expedición contra ella.

Los preparativos de Agesilao se hicieron como si pretendiera invadir Caria pero realmente entró en Frigia, donde tomó ciudades, botín y esclavos por doquier.

Cuando Tisafernes advirtió el engaño, volvió sobre sus pasos, pero en la batalla fue ampliamente derrotado a orillas del río Pactolo, aunque Sardes no pudo ser tomada.

Sin embargo, durante su servicio se ganó la enemistad de dos fuerzas muy poderosas, Esparta y Parisátide, que al final le costaron la vida.