Los filósofos griegos enfatizaron la calidad del gobierno más que la legitimidad o el absolutismo.
Los líderes opresores han mantenido unidos a los estados (Alejandro Magno, Josip Broz Tito).
El documento completo reflexiona y hace referencia a puntos sobre el tema desde la historia precristiana temprana, hasta el siglo XVII, cuando se redactó el texto.
La palabra tyrannos, posiblemente de origen pregriego, pelasgo u oriental,[16] entonces no conllevaba ninguna censura ética; simplemente se refería a cualquiera, bueno o malo, que obtuviera el poder ejecutivo en una polis por medios no convencionales.
Chilón, el ambicioso y capaz éforo de Esparta, construyó una fuerte alianza entre los estados vecinos haciendo causa común con estos grupos que buscaban oponerse a un gobierno tiránico impopular.
Los filósofos griegos antiguos (que eran aristócratas) fueron mucho más críticos al informar sobre los métodos de los tiranos.
La justificación para derrocar a un tirano estaba ausente de la descripción del historiador, pero era fundamental para los filósofos.
En la República, Platón afirmó: "El pueblo siempre tiene algún paladín a quien colocan sobre ellos y lo nutren hasta la grandeza.
[... ] Esta y no otra es la raíz de la que brota un tirano; cuando aparece por primera vez es un protector".
[22] Aristóteles (en Política, por ejemplo) y Niccolò Machiavelli (en El príncipe) hicieron extensas recomendaciones de métodos a los tiranos.
Incluyen contratar guardaespaldas, provocar guerras para sofocar la disidencia, purgas, asesinatos y registros e incautaciones injustificados.
[24] Los métodos de los tiranos para retener el poder incluyen aplacar la opinión mundial organizando elecciones amañadas,[25] usando o amenazando con usar la violencia,[20] y buscando el apoyo popular apelando al patriotismo y afirmando que las condiciones han mejorado.