El espejismo de Dios

En el libro, Dawkins afirma que la creencia en un creador supernatural se puede calificar como un delirio, al que define como la persistencia en una falsa creencia mantenida frente a fuertes evidencias contradictorias.[5]​ En el prefacio, Dawkins escribe que El espejismo de Dios contiene cuatro mensajes «aumentadores de conciencia»: Dawkins comienza observando que algunos comentaristas han encontrado su entusiasmo por la ciencia hasta ser casi religiosos, pero se pregunta: «¿Es “religión” una buena palabra para esto?».[9]​ Continúa sugiriendo que la hipótesis de Dios («existe una inteligencia supernatural y superhumana, quien deliberadamente diseña y crea el universo y todo lo que hay en él, incluyéndonos a nosotros»,[10]​) es «una hipótesis científica como cualquier otra»,[11]​ la cual debe ser tratada con el mismo escepticismo que cualquier otra hipótesis.Por lo tanto, la incapacidad para refutar la existencia de Dios no nos suministra una razón positiva para creer.Dawkins concluye el capítulo argumentando que este «truco» es un argumento muy serio contra la existencia de Dios, y que él está aún esperando escuchar a «un teólogo dando una respuesta convincente a pesar de las numerosas oportunidades e invitaciones para hacerlo».[22]​ y pregunta[23]​ si la teoría de los memes, y la suceptibilidad humana hacia los memes religiosos en particular, funcionarían para explicar cómo la religión se extiende como un virus para la mente a través de las sociedades.En vez de esto, mantiene que nuestra moralidad tiene una explicación darwiniana: genes altruistas han sido seleccionados a través del proceso de nuestra evolución y que poseemos empatía natural.En el capítulo 8, Dawkins gira hacia la cuestión de por qué se siente tan hostil hacia la religión, argumentando con ejemplos en los que la religión se rebela contra la ciencia, fomenta el fanatismo, alienta la intolerancia contra los homosexuales e influye a la sociedad de otros modos negativos.Según Dawkins, estas necesidades se satisfacen mucho mejor mediante maneras no religiosas, como la filosofía y la ciencia.Sin embargo, critica sus afirmaciones de que los «ateos... no hacen cosas malas en el nombre del ateísmo» y observa que «bajo Stalin casi la totalidad del clero de la Iglesia ortodoxa fue exterminado solo por ser curas».Además, cita a Robert Pape[24]​ diciendo que el fanatismo religioso no es ni necesario ni suficiente para los atentados suicidas, y concluye que el libro es «un largo argumento para la incredulidad.»[25]​ El libro fue comentado también en la revista Harper's por la novelista ganadora de un Pulitzer Marilynne Robinson, quien argumenta que Dawkins tiene un conocimiento superficial de la Biblia, que es intolerante contra los teístas, y a pesar de eso demanda tolerancia hacia la ciencia: «Si la religión debe ser culpada por el fraude hecho en su nombre, entonces ¿qué pasa con la ciencia?[27]​ El escéptico Michael Shermer escribió en Science acentuando conocidos mensajes del libro.Brevemente describe el libro y alaba la última parte, diciendo que el capítulo final es un tributo al poder y belleza de la ciencia, que ningún escritor vivo lo haría mejor.Shermer es, sin embargo, crítico con el tono polémico del libro, se «encoge» ante su título y se «sobresalta» ante los términos negativos usados para referirse a individuos religiosos debido a que él tiene amigos y colegas que no concuerdan con esas descripciones.Dawkins, es que los creyentes moderados aseguran al mundo contra los fundamentalistas, promoviendo la fe como una virtud y haciendo cumplir un piadoso respeto por la religión».[29]​ El crítico literario marxista Terry Eagleton en el London Review of Books argumenta que Dawkins tiene un entendimiento insuficiente de los conceptos religiosos que ataca como para hacerlo de manera efectiva.Añade que, sin embargo, Dawkins es efectivo atacando «esa particular clase de psicopatología conocida como fundamentalismo, ya sea tejano o talibán».[31]​ «Lejos de ser un libro filosófico serio, esta mal editada y grotesca invectiva, contiene lo primero que pasó por la mente del autor.Dawkins evade la «auténtica cuestión» de «si la explicación de una persona da lugar a un cosmos sin sentido o si da lugar a un ser que provee una razón para las cosas».[32]​ H. Allen Orr en The New York Review of Books[33]​ sugiere que «Dawkins está en una misión para convertir a la gente» pero «[falla] al entablar combate contra las religiones pensando de un modo serio» confiando en su lugar en «extrañas citas» y en «anécdota tras anécdota».Y aquí Dawkins es menos convincente porque falla al examinar esta cuestión de un modo sistemático».Cuando Daniel Dennett objetó esta revisión, se sucedió posteriormente un intercambio de cartas.Joan Bakewell revisó el libro para The Guardian, declarando «Dawkins llega rugiendo lleno del vigor de sus poderosos argumentos, apuntando sobre las falacias y falsas doctrinas», y sugiriendo que se trata de un libro oportuno: «Estos son asuntos políticos actualmente.Por las comunidades del mundo se está incrementando la definición como musulmán, cristiano o judío, y la convivencia pacífica se está haciendo cada vez más difícil de mantener... Dawkins tiene razón en estar, no sólo enfadado, sino alarmado.[40]​ Cornwell también escribe una carta de Dios a Dawkins en The Sunday Times, donde sugiere que «Mendel fue la prueba viviente de que la fe, Yo [Dios] y el conocimiento de la ciencia no son una competición... ya que la ciencia y la religión son dos discursos muy diferentes, y pueden coexistir en armonía».[44]​ Alister McGrath, autor de Dawkins' God: Genes, Memes, and the Meaning of Life,[45]​ describe El espejismo de Dios como el libro de Dawkins «más débil hasta la fecha, echado a perder por su excesiva dependencia en atrevidos argumentos y en su retórico éxito, en asuntos que claramente demandan reflexiones cuidadosas y análisis meticulosos, basados en la mejor evidencia disponible».Sugiere que «todos los ideales —divinos, trascendentes, humanos o inventados— pueden ser objeto de un mal uso.Continúa argumentando su pesar porque ni él mismo ni Dawkins tratan los argumentos teístas con la paciencia que se merecen, advirtiendo que «los argumentos serios dependen del respeto mutuo, y a menudo esto es difícil de hacer cuando los desacuerdos se expresan vehementemente», pero concluye sugiriendo que «quizás algunas afirmaciones tan sólo se deben leer fuera del tribunal».[50]​ Alvin Plantinga, un autor y filósofo analítico, ha publicado un detallado artículo titulado «The Dawkins Confusion»,[51]​ en el que afirma que la filosofía de Dawkins es «en el mejor de los casos, insípida».