Durante su gobierno, el licenciado Estrada Cabrera estableció las Fiestas Minervalias que se conducían en honor a la «Juventud Estudiosa» del país, aunque sus críticos -que surgieron hasta después de su derrocamiento en 1920- argumentaron que en realidad eran la principal asamblea para glorificar al Presidente.
[10] Estaba situado al fondo del Bulevar de Jocotenango, o del Hipódromo, y que con el tiempo pasó a llamarse Bulevar de Minerva y luego Avenida «Simeón Cañas»,[10] desde donde se le podía apreciar a larga distancia.
El tema alegórico del relieve ilustraba la actitud del gobierno y el carácter que se quería dar a las fiestas: en el centro de la composición estaba la figura de Minerva, sentada en actitud arrogante, vestida de clásico peplo, con la cabeza cubierta por un casco y apoyando la mano derecha en una lanza guerrera.
[10] A partir de este templo, las cabeceras departamentales y otros pueblos del país se propusieron construir su propio templo, presionados por los jefes políticos para que lo hicieran.
[3] Los templos rurales compitieron con las edificaciones católicas no solo por su estilo clásico y su evocación a una religión pagana, sino porque hasta ese momento las iglesias eran los edificios más altos en todas las localidades; los nuevos templos fueron erigidos en colinas, para simular la Acrópolis de Atenas.