Durante la Edad del Hierro fue ciudad fronteriza entre Filistea y el reino de Judá.
Después de varios intentos para identificarla con diversos yacimientos arqueológicos durante los siglos XIX y XX, Naveh y Kallai la situaron en Tel Mikné en 1957-1958,[1][2] una identificación que es ampliamente aceptada en vista del descubrimiento de una inscripción con una dedicatoria real.
[3] Tel Mikné consiste en un tell cuadrado que se eleva solo unos pocos metros por encima de la fértil planicie y que consiste en un pequeño montículo superior y otro inferior, más grande, hacia el sur.
[3] Es la única encontrada in situ en un contexto arqueológico determinado y definido con certeza.
Sobre las ruinas de esta población cananea se descubrió la ciudad filistea del siglo XII a. C. Era una ciudad grande, bien planeada y fortificada que existió durante 200 años y que cubría toda la superficie del tell.
En el centro de la Ciudad Baja se encontraba el foco del gobierno real, que consistía en grandes estructuras bien planificadas, como palacios y templos que brindaron una multitud de hallazgos.
De particular interés resulta un edificio grande y bien construido que cubre 240 m².
No obstante, las evidencias arqueológicas indican una floreciente ciudad filistea durante los siglos XII-XI a. C. Cuando el Arca de la Alianza cayó en manos filisteas, fue exhibida en el Templo de Dagón en Asdod, desde donde fue llevada a Ecrón (I Samuel 5:10).
Ecrón fue probablemente destruida por el rey David durante su campaña contra Filistea a principios del siglo X a. C., y durante 300 años la ciudad filistea se redujo a la zona de la acrópolis sobre el tell.
Se estima que durante este período, Ecrón producía por lo menos 500 toneladas de aceite al año, lo que la convertía en la productora de aceite más grande descubierta hasta ahora en el mundo antiguo.
La cultura de los habitantes era la filistea local, que había absorbido influencias judaicas y fenicias.