Este versado hombre, un auténtico zorro político, asumiría el papel de Yuya al lado del rey, y aconsejaría sabiamente a tres reyes antes de ser él mismo, con sus hábiles maniobras, coronado.
La jovencísima pareja pareció complementarse desde el primer momento y nunca más volvieron a separarse.
Se suele decir que Tiy fue la auténtica gobernante en la sombra, ayudada por su suegra Mutemuia y por la indolencia de su esposo.
Muchos han creído que esta deidad fue introducida en la corte por la propia Tiye,[3] pero esto es falso, pues ya existían menciones de él bajo reyes como Hatshepsut o Thutmose IV.
Sin embargo, en su papel de reina y de madre, Tiy no dudó en inculcar el culto a Atón a su hijo, el príncipe Amenhotep, sentenciando así al país sin saberlo, al llamado "Cisma de Amarna" que llegaría solo unas décadas después, hundiendo la dinastía y acabando con las colonias egipcias en la zona sirio-palestina.
Tras la "usurpación" del trono por la Gran Esposa Real Hatshepsut, hacía ya más de cien años, los reyes habían evitado dar cualquier protagonismo a sus esposas, sin distinguirlas apenas del resto de esposas secundarias y concubinas, confinándolas en palacios y harenes para evitar que la peligrosa sangre de Ahmose-Nefertari volviese una vez más a tomar las riendas del poder.
No solo se hacía representar en todos los lugares acompañando a su esposo, sino que, posiblemente, dirigía ceremonias y tomaba parte en los asuntos de Estado al lado de Amenhotep III, quien no dudó en delegar poderes, tanto en su mujer, como en sus ministros.
Su descendencia fue la única legítimamente aceptada: tuvo al menos cinco hijos, aunque es posible que fueran varios más, de nombres desconocidos.
Mientras que Akenatón se trasladó a la nueva capital, Aketatón, Tiy siguió viviendo en Malkata con su hija Baketatón y quizás alguna más.
Este sería su papel hasta su muerte, en torno al año 12 del reinado de su hijo.
Los restos de ajuar funerario con su nombre en la famosa tumba (KV55) indica el lugar destinado a su reposo eterno, acompañada por su hijo.
[7] La momia, aunque resultó dañada por los saqueadores de tumbas, aún conserva una larga cabellera castaña.