[2] Como su propio nombre delata (bufo, burlón, grotesco, chocarrero),[3] el teatro bufo tuvo su precedente directo en la opereta francesa,[nota 1] con raíces en las variantes humorísticas de la ópera italiana, y encarnándose en el cantante cómico que interpreta papeles de gracioso.El éxito popular de la fórmula propició que en poco tiempo surgiesen siete conjuntos más, convirtiéndose en una alternativa a los espectáculos predominantes en aquel momento: la ópera italiana, la zarzuela y el drama español, propios del contexto de aquella sociedad colonial.[4] Alejo Carpentier, ya en 1945, recogió el dato de la politización del teatro bufo cubano en la segunda mitad del siglo XIX, y en especial durante la Guerra de los diez años; las críticas y burlas contra la autoridad colonial española provocaron que los bufos fueran prohibidos en la isla por varios años.[6][7][8] A su regreso de un viaje a París en 1865, Arderíus, cantante mediocre y excelente cómico, tomó como referencia la aceptación que había tenido la zarzuela Los dioses del Olimpo, para poner en práctica un nuevo juguete cómico que revolucionaría el gallinero teatral madrileño.En 1868, buscando mayor aforo, los "bufos" se trasladaron al Teatro del Circo donde continuarían con similares éxitos hasta el otoño de 1872.