Tazmamart

Un año más tarde el capitán Abd al-Latif Belkebir logró hacer llegar a su familia otra carta en la que se explicaban los detalles de su desaparición y las condiciones en que se encontraba.

Belkebir había sido condenado a cuatro años de prisión y llevaba más del doble encerrado clandestinamente en Tazmamart.

Tazmamart estaba hecha de varios bloques sin comunicación entre sí, aunque todos similares.

Una huelga de hambre de protesta organizada en los primeros tiempos se llevó por delante a varios presos, ya que la prisión había sido creada para exterminarlos y en ese sentido era indiferente que se mataran a sí mismos.

Si las prisiones pertenecen al Estado, lugares como Tazmamart serían algo propio del Majzen.

Su hermana Khadija, testiga de su detención, denunció incansablemente su desaparición ante las autoridades francesas, reacias a enfrentarse con las marroquíes.

Son apresados por la policía y desaparecen de nuevo, pero su caso demuestra que los centros secretos existen.

En la carta se dan también las primeras noticias del paradero de los Bourequat.

Al mismo tiempo, el rey anuncia la creación del Consejo Consultivo de los Derechos Humanos para «asistirle» en esta materia.

En septiembre de 1990 el periodista francés Gilles Perrault publica Nuestro amigo el rey (Notre ami le roi), una biografía extremadamente crítica de Hasan II en la que por vez primera el gran público puede leer in extenso acerca de casos como Tazmamart y los otros centros clandestinos o la suerte de enemigos personales del rey como el general Ufqir y su familia, los hermanos Bourequat y el coronel Ahmed Dlimi, entre otras muchas acusaciones lanzadas contra Hasan y el Majzén.

El libro arma gran revuelo y causa una crisis importante en las relaciones francomarroquíes, pero a pesar de las presiones de Marruecos para que las autoridades francesas lo impidan, se difunde rápidamente en Francia —incluida la numerosa comunidad de origen marroquí—, es traducido a varias lenguas y acaba por penetrar en Marruecos.

En junio son liberados varios presos políticos saharauis, algunos de los cuales estaban en prisiones clandestinas, como parte del alto el fuego patrocinado por la ONU que debe tener lugar en septiembre.

Ahmed Marzouki, por ejemplo, fue sometido a fuertes presiones y secuestrado de nuevo en 1995 durante 36 horas para impedirle publicar sus memorias.

Sin embargo, aunque se pretende ofrecer reparaciones económicas y reinserción social a los supervivientes, no está prevista la persecución de los verdugos.

Las memorias y relatos publicados en Marruecos han tenido que pasar una censura previa.

La IER, como su nombre indica, pone en primer plano la idea de «reconciliación» nacional.

Hassan II.