Suerre

Recibe este nombre por el río Suerre, como se le conocía en la época precolombina a los ríos Reventazón y Parismina, que forman una misma cuenca hidrográfica.

El nombre de Suerre también se extendió para denominar a los indígenas que, a la llegada de los españoles a Costa Rica, tenían un reino en este territorio, que se extendía aproximadamente desde la laguna del río Tortuguero hasta el río Pacuare y hacia el oeste desde la llanura del Tortuguero y Santa Clara hasta el río Sarapiquí.

La región fue explorada superficialmente por Martín de Estete en 1529, pero la expedición más importante fue la de Diego Gutiérrez y Toledo en 1544, quien logró adentrarse profundamente en la provincia navegando el río Parismina, llegando hasta la faldas del volcán Turrialba y visualizando por primera vez el territorio del Valle del Guarco.

Los suerres, como se conoció a sus habitantes, ocupaban la parte de la costa atlántica al norte del río Reventazón, hasta colindar con las llanuras de Tortuguero, y tenían como vecinos, al sur, a los pococes, que se encontraban propiamente entre los ríos Reventazón y Matina, y al oeste, a los botos, entre los ríos Sarapiquí y San Carlos.

El principal asentamiento de los suerres estuvo ubicado a orillas del río Parismina, donde confluyen los ríos Reventazón y Jiménez.

Se cree que los suerres tuvieron una importante participación en avisar a los vecinos reyes huetares sobre las incursiones españolas en la región, propiciando alianzas entre ellos.

Este palenque consistía en la residencia del rey de Suerre cuando iba a pescar al río.

Ingresaron por las llanuras de Santa Clara y los siguieron hasta las faldas orientales del volcán Turrialba, que lograron cruzar con dificultad.

Los españoles, que sumaban unos cuarenta soldados, perdieron a la mitad de sus hombres diez minutos después de iniciado el ataque, incluido Gutiérrez, a quien le cortaron la cabeza como trofeo, como solían hacer estos aborígenes con sus enemigos.

Luego buscó abrir una nueva ruta más allá de los volcanes Irazú y Turrialba, intentando llegar hasta el punto al que había arribado Martín de Estete, y llegó finalmente hasta la frontera que Diego Gutiérrez y Toledo había cruzado para encontrar la muerte.

En 1576, el gobernador Alonso Anguciana de Gamboa logró finalmente pacificar a los suerres, luego fundó un puerto sobre el río del mismo nombre, al que llamó Castillo de Austria en recuerdo de la ciudad fundada por Estrada Rávago, en su desembocadura, utilizando para ello el camino de mulas que logró habilitar entre Cartago y el litoral Caribe que llegaba a Suerre y Matina, constituyéndose éste en el primer puerto de Costa Rica en el Atlántico, por donde se exportaban mercaderías a Portobelo en Panamá.

Se hallan dentro de ella al menos cinco asentamientos complejos: Las Mercedes, La Cabaña, Williamsburg, Severo Ledezma y Anita Grande.

La cerámica presenta decoración modelada e incisa y la presencia de pintura bicroma y tricroma con líneas de pintura negra, roja, amarilla o blanca.

En cuanto al idioma, de acuerdo con Benzoni, en toda la región se hablaba el suerre, una lengua con similitudes con el idioma cabécar y emparentada con las lenguas chibchas, pero la muestra de esta lengua es de solo cinco lexemas, conservadas en el Novae novi orbis historiae libri tres.

Los guerreros suerres y huetares solían cortar las cabezas de sus enemigos como trofeo, como lo muestra esta escultura hallada en la Vertiente del Atlántico de Costa Rica.
Figura precolombina del siglo IX a XI , que representa a un guerrero de la región atlántica de Costa Rica. Estos guerreros solían adornarse con objetos de oro para la batalla, como se insinúa en la escultura. Esta joyería motivó la creencia, por parte de los españoles, de la riqueza aurífera de Suerre, lo que aumentó las expediciones hacia Costa Rica que terminaron con la conquista y colonización del país.
Metate ceremonial trípode con panel colgante , propio de la Vertiente Atlántica de Costa Rica, y muestra de arte precolombino único y distintivo de este país.