Su tamaño medio era superior al del resto de submarinos contemporáneos, e incluían a los más grandes construidos hasta entonces en el mundo durante la Segunda Guerra Mundial, la clase Sen-Toku.
Se han documentado varios casos, uno de ellos es el I-12 que hundió al Liberty JOHN A. JOHNSON.
En el llamado comercio Yanagi con Alemania, solo dos submarinos de Primera Clase llegaron a puerto, el I-8 y el I-30, otros 3 no tuvieron suerte como es el caso del I-52.
Existían variantes que podían transportar en un hangar hermético de cubierta, uno o dos hidroaviones del tipo Yokosuka E14Y para reconocimiento y eventualmente alojar una bomba para ataque.
Otras versiones podían transportar minisubmarinos o kaiten, que eran la variante kamikaze submarina.
Tras finalizar la guerra, solo unas cuantas unidades sobrevivían indemnes, entre ellos la clase I-400, casi al completo.
Algunos oficiales técnicos americanos intentaron hacer desistir al alto mando de esta acción, pero fue inútil.
Estas unidades fueron llevadas por los mismos tripulantes japoneses mar adentro y hundidas mediante explosivos por los Estados Unidos para evitar su análisis por los soviéticos.