Se instaló en Honda, donde fundó una casa de comercio con sedes en Cartagena, Popayán, Pasto, Quito y Guayaquil.
Ese mismo año Acosta viajó a Europa estudió ingeniería militar y ciencias naturales en París.
En 1853 Soledad Acosta conoció a José María Samper en Guaduas durante unas fiestas locales.
Al año siguiente, el 31 de julio nació su primera hija, Bertilda Samper Acosta.
Soledad Acosta publicaba bajo los pseudónimos de Aldebarán, Renato, Bertilda y Andina.
Acosta colaboró en El Iris, periódico literario ilustrado "dedicado al bello sexo" (Bogotá, 1866–1868), donde firmaba como Aldebarán y Andina.
En 1864 Soledad Acosta publicó su primer cuento “La perla del Valle” en El Mosaico.
El año siguiente publicó su primera novela histórica, José Antonío Galán.
En 1872, María Josefa y Carolina murieron en Bogotá a causa de una epidemia.
Tres años después Samper fue encarcelado por razones políticas, confiscaron sus bienes y cerraron su imprenta.
En 1883 hizo su primera incursión en la historia con la Biografía del General Joaquín París, la cual fue premiada en un concurso histórico-literario realizado para conmemorar el primer centenario del nacimiento de Simón Bolívar.
Ese mismo año, su hija Bertilda muere después de una larga enfermedad.
La vocación hacia lo público, su aptitud pedagógica y su inclinación compiladora se encuentran presentes en toda su obra.
Sus relatos buscan educar a sus congéneres y enseñar comportamientos, conductas e historias mediante narraciones sencillas.
Su vocación pedagógica se registra en todos sus textos que tienen una introducción o presentación en donde los explica y los califica como novela histórica, crónicas histórico-novelescas, leyendas fantásticas, cuadros histórico-fantásticos, cuentos nacionales y novelas de costumbres nacionales[10].
Sus contribuciones eran publicadas en forma de epístolas en los diarios para los que escribía en ese momento.
La Mujer fue una revista creada en 1878 por Soledad Acosta de Samper, redactada por y para mujeres.
Pero sobre todo, esta revista es esencial para comprender cómo las mujeres se apropiaron de los discursos patriarcales, republicanos y católicos de la segunda mitad del siglo XIX (más que todo en sus últimas décadas).
El objetivo de la revista era publicar a mujeres colombianas y sudamericanas.
Para estas mujeres la revista sería siempre moral y contendría artículos al alcance de todos los entendimientos.
Sin embargo, la revista no pretendía ser plenamente exclusiva, prohibiendo el acceso de los varones o niños a esta.
En primer lugar afirma que ese espacio se dedicará a revisar la influencia "buena ó mala que haya tenido la mujer en el progreso, poderío, bienestar y decadencia de las naciones".
De hecho, desde el prospecto de la revista, Acosta perfiló un proyecto que, más que dividir a los seres humanos entre hombres y mujeres, los separa en virtuosos y no virtuosos.
Para entender esta categoría, debe pensarse así: "reparemos en la palabra virtudes: no se trata de honores, dones naturales o reconocimientos, se trata de algo que debe ser conquistado, que en cierta medida cuesta, algo sobre lo que es preciso trabajar no solo para conseguir sino para mantener.
Su aleccionamiento para las mujeres se centraba en explicar las virtudes a las que necesitaban llegar para ser “la mujer ideal” y la mujer ideal, sobre todo, conforme a la voluntad de Dios.