En este viaje debió de ver el monumento funerario del papa Sixto IV, ya que se nota una gran influencia y aproximación con en el tipo de sepulcro del papa en Roma.
[1] Realizada en alabastro, su composición está formada con claras líneas horizontales y con forma de lápida en la cama mortuoria, tal como en su testamento había dejado dicho el obispo: El autor no siguió fielmente estas indicaciones, pero sí es cierto que no es un monumento con mucha grandiosidad en cuanto a altura se refiere.
Cada lado de la urna tiene en su centro un emblema heráldico sostenido por grifos alados y en ambos lados de estos escudos, también en relieve, unas figuras femeninas sedentes con una pequeña cartela sin ninguna inscripción.
Esta ornamentación fue usada por Antonio Pollaiuolo en el sepulcro de Sixto IV y el primero que lo utilizó en España junto con este tipo de cama sepulcral, fue Domenico Fancelli que además transformó este ornato en grifos en el sarcófago del príncipe Juan en la iglesia de Santo Tomás (Ávila).
Sobre el lecho, descansa la figura yacente plenamente realista del obispo con vestiduras pontificales, mitra en la cabeza, que está apoyada sobre dos almohadones con delicados adornos grabados y báculo en su mano.