[1] Con la expulsión de los Jesuitas en 1767, la iglesia fue cerrada al culto y desmantelada.
[1] A principios del siglo XIX el sepulcro fue desmantelado y trasladado a la parroquia de San Miguel arcángel, donde se le hicieron agregados neoclásicos para funcionar como altar lateral.
A mediados del siglo XIX el historiador Joaquín García Icazbalceta afirmó que el sepulcro había desaparecido.
[1] El cronista jesuita Francisco de Florencia realizó a mediados del siglo XVII una descripción detallada del monumento, la cual proporciona información sobre la decoración y los elementos faltantes:[1] y permanecía en su ánimo la memoria estimable de quien con su hija le había dado tanta riqueza, años después (de su muerte) cuando se acabó la iglesia de San Pedro y San Pablo, le erigió un suntuoso mausoleo.
Sobre el escudo un morrión con su penacho de plumas y un brazo con una espada.