Pese a ser la capital gallega que presenta el menor número de procesiones y la Semana Santa que menos fama posee en Galicia,[1] los desfiles tienen un importante arraigo popular y suelen estar muy concurridos.El día anterior numerosos fieles procedentes del rural acudían por la mañana a besar una diminuta imagen del santo, resguardada por un guardia municipal, quien acto seguido trazaba con la figura una cruz en la espalda del devoto mientras pronunciaba las siguientes palabras: «San Lázaro bendito nos libre de peste y de males extraños».En la capital solo las portaban los canónigos y estas eran muy simples, siendo la del obispo trenzada y muy ornamentada; los canónigos solían regalar las palmas a sus amistades con el fin de que fuesen dispuestas en los balcones.[nota 1] Por la tarde los franciscanos, acompañados por fieles y militares, sacaban en procesión una imagen del Ecce Homo, siendo este el recorrido de mayor afluencia.Al término de los ceremoniales se procedía a realizar un recorrido por los sagrarios de los templos de la ciudad, oficio que solía durar hasta la llegada del Viernes Santo y para el que era obligatorio llevar levita y chistera; la costumbre era que por la tarde acudiesen los artesanos y al anochecer los señores, todos en familia.Por su parte, el obispo intervenía en el lavatorio de pies: «Por la tarde, a las tres, el ilustrísimo y reverendísimo señor Obispo lavó los pies a doce pobres, teniendo lugar tan conmovedora ceremonia en las naves del Rosario de la Santa Iglesia Catedral, con asistencia del Cabildo».[8] Sumado a lo anterior, cabe destacar la participación de las mujeres luciendo mantilla española: El Viernes Santo era el día con más actos.Es a partir de entonces cuando se cree que la talla dejó de utilizarse para la escenificación del Desenclavo, ritual para el que se empezaría a usar una imagen también articulada hoy perdida.También se cantaron los tradicionales "ayes" y unas "saetas", que gustaron mucho, desde un balcón en la calle de la Libertad».Antiguamente la imagen de la Virgen solo podía ser portada por miembros del gremio de sastres; eran concretamente cuatro sastres quienes la llevaban a hombros ataviados con un elegante frac, acompañados por el cabildo y la corporación municipal junto con maceros.[17][19] El Jueves Santo se procede por la mañana al oficio de lecturas y laudes, celebrándose por la tarde una misa In Coena Domini presidida por el obispo en la catedral, con el lavatorio de pies y la adoración ante el Monumento hasta la noche.Por la tarde se da lectura a la Pasión y por la noche tiene lugar la procesión del Santo Entierro.[10][32][34][35] Durante años el paso, el cual no permite carroza, fue llevado por miembros de la Policía Local, quienes a cambio recibían un obsequio, siendo desde 2016 portado por una cuadrilla contratada para tal fin.[36] Durante el acto, la corporación municipal permanece a los pies de la escalinata mientras el obispo y los miembros del cabildo catedralicio los saludan sarcásticamente con una reverencia desde la puerta de la iglesia para después darles la espalda y acceder al templo;[39][40] en respuesta los concejales dan media vuelta y permanecen de espaldas a la escalinata unos segundos antes de entrar en el ayuntamiento (situado a escasos metros), momento en el que se da por finalizada la Semana Santa.
Procesión del Encuentro (c. 1920).
Desenclavo (década de 1920).
Talla de
Nuestra Señora de la Amargura y el Desamparo
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