Era hijo del organista leridano Mariano Tafall y Miguel (1817-1874),[1] que se había trasladado a Santiago con su familia en 1855.
Cobrar solo la mitad se debía a las dificultades económicas por las que atravesaba la catedral en aquellos tiempos.
Siempre destacó entre los otros músicos, de tal forma que, en 1892, por estar enfermo el beneficiario tenor y no haber maestro de capilla, acordó el Cabildo que dirigiese la capilla.
Los numerosos escritos suyos que publicó demuestran sus amplios conocimientos, su depurado estilo literario y un equilibrio de juicio muy notable.
Como compositor, Tafall se debatió en la misma incertidumbre en que se vieron envueltos otros maestros de su época: entre la tradición catedralicia española, que consideraba la orquesta elemento esencial de las solemnidades litúrgicas, y las ideas purificadoras que habían ido tomando cuerpo en la segunda mitad del siglo XIX y culminaron con el motu proprio del Papa Pío X en 1903.