Santero (limosna)

Si en las parroquias había muchas hermandades, pedían para todas en virtud de un convenio con los hermanos mayores obligándose a entregar una cantidad determinada o dar el aceite para las lámparas, la cera para el altar de su imagen y la limosna o estipendio del clérigo que decía en el mismo la misa todos los días festivos quedando en beneficio del Demanda todo el sobrante de la cuestación.

En vano las leyes prohibieron estas cuestaciones: los Demandantes siguieron en su afanosa tarea para aumentar el superávit que les facilitaba su subsistencia, sus comodidades y sus placeres.

Llegada la pascua, convocaba el Demandante a todos los contribuyentes para hacer la distribución, verificándose la junta, por lo regular, en la morada del mismo Demandante un día o dos antes de Nochebuena y era tanta la concurrencia y la algazara que no solo se llenaba el local, sino que la gente no cabía en la calle.

En una sala adornada con flores y colgajos, se colocaba una mesa con avíos de escribir y un gran libro abierto, que contenía el registro general de todos los contribuyentes, los cuales iban entrando por el orden que los llama el Demandador a recibir su parte o prevención de Nochebuena, que solía consistir en algunas legumbres para un potaje, una ración de bacalao, castañas, nueces, peros, batatas y turrón, más o menos abundante, según era establecida la distribución.

Todos los años era diferente el aguinaldo, dando margen la novedad que esto proporcionaba a rivalidades o emulación entre los Demandas.

Santero andaluz, en las cercanías de Écija , de Gustave Doré .