Santa (película de 1932)

Si bien se considera la primera cinta sonora realizada en el país, la primera fue el cortometraje sonoro El inocente (1929), con las actuaciones de Emilio Tuero y Adela Sequeyro; El águila y el nopal (1930), del director Miguel Contreras Torres, fue la segunda, y posteriormente, Más fuerte que el deber (1931), de Rafael Sevilla, ambas en sistemas de discos (Vitaphone).

México fue el primer país de América Latina y habla hispana en filmar un largometraje sonoro con el sistema óptico Rodríguez Sound Recording System, el sistema sonoro mexicano, de Joselito Rodríguez.

Su gran belleza hace que los hombres se fijen en ella, y así ocurre con Marcelino (Donald Reed), un soldado que la engaña y después la abandona.

Para sobrevivir Santa se ve obligada a emplearse en un prostíbulo, hecho que la convertirá en una mujer cínica y desgraciada.

En el burdel, Santa se encuentra inmersa en un triángulo amoroso, ya que está enamorada del torero Jarameño (Juan José Martínez Casado) quien la desprecia, pero es además amada secretamente por el pianista ciego del lugar, Hipólito (Carlos Orellana).