Abderramán Sanchuelo

ʿAbd al-Raḥmān ibn Sanchul o Sanŷul (en árabe: عبد الرحمن شنجول‎), también llamado Nāṣir al-Dawla al-Maʾmūn,[1]​ y conocido en las crónicas de los reinos cristianos como Sanchuelo (Córdoba, ¿983?

De hecho en torno al año 992 el monarca navarro anunció una visita oficial a su yerno, Almanzor, para tratar de poner fin al hostigamiento cordobés, debido a la ruptura del pacto anterior entre el califato y Pamplona.

[6]​ Para corregir el error, partió pronto en campaña contra los Estados cristianos para tratar, como habían hecho su padre y su hermano, de justificar su poder con éxitos militares en el yihad.

En Córdoba no tardaron en correr los rumores sobre su desmedida afición al vino y las mujeres.

Poco después se hizo nombrar heredero legítimo de Hisham II,[7]​ contraviniendo la política de sus antecesores, que habían tenido siempre el máximo tacto y respeto por esta figura aunque detentaran el poder en exclusiva.

[6]​[4]​ Pero también porque el descontento contra el régimen amirí crecía cada vez más y buscaba el apoyo del pueblo.

[8]​[9]​ Por el mismo descontento, pocos voluntarios se sumaron a su ejército, pero sí la totalidad de los mercenarios bereberes,[8]​[9]​ aunque en verdad, desde las reformas militares y fiscales iniciadas por su padre, estos contingentes africanos habían reemplazado a los reclutas andalusíes (kuwar muŷannada) proporcionados por las provincias donde se habían asentado en masa los sirios llegados en el siglo VIII.

[10]​ Estos recibían una paga doble[8]​[9]​ en metálico (naḍḍ) y especies (ṭaʿām, «cereales»; mawāšī, «ganado») que se solventaba en un impuesto que debían pagar los habitantes de cada localidad según el número de habitantes y casas.

[10]​ Los oficiales eran hombres libres o esclavos adscritos a los omeyas o los amiríes: clientes (mawlà-mawālī), beneficiados (ahl al-iṣṭināʿ, ṣāniʿ-ṣunnāʿ), jóvenes (fatà-fityān), pajes (ġulām-ġilmān) y esclavos en general (ʿabīd).

[10]​ Para ello no se le ocurrió mejor momento que el invierno del 1008, en mitad de un creciente malestar en la capital.