Urraca Fernández (m. 1007) fue una noble castellana que se convirtió en reina consorte de León en dos ocasiones (951-956 y 958-960) y reina consorte de Pamplona (970-994).
De este matrimonio nacieron dos hijos, uno de los cuales, llamado García, fue entregado como rehén por su padre al califa Alhakén II cuando Ordoño IV viajó a Córdoba a firmar un tratado de amistad.
En unas piedras pintadas de rojo y azul, bajo las siglas D.O.M.
y las armas reales, aparece la siguiente inscripción esculpida en letras latinas en el siglo XVII: Sus restos reposan en un sepulcro de piedra, colocado en el presbiterio de la colegiata.
El sepulcro aparece cubierto con una tapa a dos vertientes y con el escudo de Castilla y León en los frentes del sepulcro.