Salvador María Granés

Con solo diecinueve años dirigió la revista El Iris, desde donde abogó por crear el llamado género chico.[2]​ Su facilidad en la versificación, que ejerció no solo en el teatro sino en los epigramas, de los que compuso dos libros (Calabazas y cabezas); ningún personaje destacado recibió sin embargo tantos venablos suyos como Antonio Cánovas del Castillo, y, cuando este fue asesinado, lo sustituyó Antonio Maura.Albergaba además una visión única para la parodia, y ambas cualidades le dieron mucha fama; combinó cultura, gracia e ingenio.Al contrario, la crítica reconoció en su obra un humorismo inteligente, en que supo fusionar parodia y sátira.Introducía constantes referencias irónicas y satíricas a la realidad circunstancial (histórica, política, económica, social, cultural, teatral...) en la que se daba el estreno; su intención era paródica, pero sabía aprovechar la flexibilidad del género para a través de "morcillas" ocasionales buscar la complicidad del público; su punto más débil eran, sin duda, los cantables, cuyas letras resultan ingenuas leídas sin la música.
Salvador María Granés hacia 1894