Enrique García Álvarez (dramaturgo)

Luego, abordó el teatro y en colaboración con Antonio Palomero estrenó su primera obra, La trompa de caza, juguete cómico en un acto, que logró en el Teatro de Recoletos caluroso éxito.

Después produjo más de un centenar de títulos en colaboración con, entre otros, Carlos Arniches, José López Silva, Antonio Paso y Cano y Pedro Muñoz Seca.El rey del retruécano y del chiste explosivo, colocaba todos los años con regularidad cuatro o cinco obras en cartel, aunque no llegaran a disfrutar del apoyo de la crítica.

Sus textos resultan hoy interesantes documentos sociológicos que todo historiador debe tener en cuenta.

[3]​ A pesar de las críticas de unos, era muy admirados por otros, hasta tal punto que Miguel Mihura llegó a decir de él que era «el autor que más había admirado en su juventud, el más desorbitado, el menos burgués, quizá el maestro de los que después empezamos a cultivar lo disparatado».

De su colaboración muy frecuente con Antonio Paso resultaron, entre otras, La alegría de la huerta (1900), Los cocineros (1897), Churro Bragas (1899) y El niño judío (1905).

Caricaturizado por Tovar en un número de La Novela Teatral (1917)
Caricaturizado por Cilla (1906)