Saint-Lô

Carlomagno la hizo amurallar en el siglo IX, pero las murallas no detuvieron el saqueo vikingo de 890.

A fines del siglo XI la ciudad es la tercera de Normandía, sólo superada por Ruan y Caen.

Tomada en 1562 por las tropas católicas del duque de Estampes, fue recuperada por los protestantes al año siguiente.

Tras la revocación del edicto de Nantes en 1685, muchos artesanos cualificados y notables locales abandonaron la ciudad para huir al extranjero.

En el siglo XIX, Saint-Lô, situada en una región tradicionalmente ganadera, se confirmó como una importante plaza para ferias de ganado, pero su progreso económico se vio ralentizado por el miedo de su población mayoritariamente rural frente a la revolución industrial.

Empieza un importante éxodo rural y su evolución demográfica es netamente negativa a partir de 1850.

En su inspección del monasterio constató para su sorpresa que en ese capítulo, la Ciudad de los Libros medieval había sobrevivido bastante bien.

Se dice que pesó mucho en su desclasificación el desarrollo del ferrocarril: Saint-Lô tiene estación en la línea férrea de Cherburgo a Rennes.

Vista de Saint-Lô desde el castillo.