Se vestían ritualmente con la característica piel de leopardo sobre túnica blanca y usualmente no rapaban su cabeza, aunque otras veces llevaban la típica coleta lateral egipcia que recordaba al Horus joven.
Algunos egiptólogos, como Greg Reeder, piensan que el sacerdote sem se identificaba con el misterioso tekenu, que ante la momia, simulaba un sueño cataléptico y entraba en trance como si fuese un chamán,[1] de tal forma que su espíritu volaba hacia lo invisible hasta encontrar y devolver el espíritu perdido del difunto a la momia.
Se creía que cuando el sacerdote sem volvía de su viaje celestial, el ka del fallecido habría regresado a su momia.
Los sacerdotes sem no estaban asignados habitualmente a un templo y durante el Imperio Nuevo, reemplazaron a otros sacerdotes del Imperio Antiguo que se cubrían con una piel de vaca, los tehenu.
En los funerales reales desempeñaron un papel relevante en la sucesión al trono, pues el sucesor del monarca fallecido supervisaba y actuaba en las ceremonias funerarias vestido con la piel de leopardo de sacerdote sem.