Desde el sabinar de Los Tajos el camino continúa aguas arriba, por la vertiente derecha del barranco.
En España se distribuye por la zona oriental, especialmente por las altas parameras: formando un arco discontinuo, desde el sur de la Cordillera Cantábrica (León y Palencia) al norte de las provincias de Granada y Almería.
El rango altitudinal en la península ibérica tiene su óptimo entre los 900 y los 1.200 m.[5] Se ha observado la vinculación existente (en la península ibérica) entre los sabinares y las áreas más despobladas y deprimidas del medio rural, lo que redunda en el abandono del aprovechamiento que se hacía del sabinar en estas zonas: del tronco, como fuente de madera para la construcción y del ramaje, como alimento para el ganado en época de nieves, cuando los animales no podían salir a pastar.
El despertar de la sociedad a los nuevos valores ecológicos (lucha contra la erosión del suelo y la desertificación) y el disfrute de la naturaleza como medio natural abre nuevas perspectivas en el uso y aprovechamiento de la sabina albar -lo que supone la restauración de las antiguas zonas sabineras:
Para garantizar la sostenibilidad y los sabinares, sin embargo, es preciso asegurar previamente su regeneración.