De porte monumental, su tronco doble se divide en gruesas ramas conforme asciende su caña, la copa es triangular y el aspecto saludable.
Indiferente al tipo de suelo, las sabinas prefieren sin embargo los calizos, aunque se adaptan bien a los más pobres y pedregosos.
Su sistema radical es extenso, de ahí que prefiera los espacios abiertos.
[3] El farmacéutico leridano Pío Font Quer en su célebre texto -Plantas medicinales: El Dioscórides renovado- escribe que «la sabina da nombre a un grupo de especies del género Juniperus que se caracteriza por tener las hojas cortísimas, a manera de escamas, imbricadas, de forma que más bien recuerdan las del ciprés que las de los enebros y cadas».
Acertadamente, «el mejor uso (medicinal) que se puede hacer de la sabina es ignorarla».