Posteriormente sirvió en Bulgaria, asesorando en la creación de una Armada búlgara entre los años 1883 y 1885.
En 1900, cobraría fama nacional al dirigir el rescate del acorazado General-Almirante Apraksin.
Desde un principio, Rozhéstvenski se mostró muy pesimista respecto a las posibilidades de la Armada rusa en su guerra contra los japoneses.
A su paso por el norte de África uno de los barcos de la flota se enredó en un cable submarino y su capitán ordenó cortarlo; resultó ser el cable que unía Tánger con Europa y las comunicaciones con África quedaron interrumpidas durante cuatro días; pocos días después, el buque taller de la flota participó en otra singular batalla naval al disparar más de 300 obuses a lo que su tripulación pensaba que eran tres torpederos japoneses que en realidad eran un pesquero alemán, una goleta francesa y un mercante sueco.
Entre las pérdidas destacadas de los rusos hubo 11 acorazados Los rusos perdieron 11 acorazados (7 destruidos: Kniaz Suvórov, Osliabia, Imperator Aleksandr III, Borodino, Navarin, Almirante Ushakov, Sissoi Veliki; y 4 capturados: Oriol, Imperator Nikolái I, General-Almirante Apraksin y Almirante Seniavin), además de otros 14 buques hundidos (cruceros, destructores... como el Almirante Najímov, el Vladímir Monómaco, o el Dmitri Donskói, entre otros).
Rozhéstvenski, herido por una esquirla de metralla en el cráneo e inconsciente durante gran parte de la batalla fue trasladado del buque insignia, el Kniaz Suvórov, al destructor Buiny, capitaneado por Nikolái Koloméitsev.
[1] Tras firmarse la Paz de Portsmouth, Rozhéstvenski regresó a Rusia, donde fue reintegrado en su cargo.